Un viaje al universo subterráneo de Castellana Grotte
En el mes de abril realicé un viaje, junto a Sandra Sánchez Redin y Jaione Bassachs, a Castellana Grotte (Italia) para conocer sus impresionantes cuevas y sus Fiestas de Abril. La pequeña localidad esconde todo un universo de historia y tradición que hacen del lugar una parada obligada para todos los turistas que visiten la provincia de Bari. En este artículo os contamos todo lo que encontramos allí.
Hablar de Castellana Grotte es adentrarnos en el corazón de la Región de la Puglia italiana, el archiconocido “tacón” de la península apenena. Perteneciente a la provincia de Bari, esta pequeña localidad de apenas 19.000 habitantes puede hacer las delicias de los amantes del turismo más exigente, sumergiéndoles en la más pura autenticidad del sur italiano.
De origen altomedieval y eminentemente agrícola, la ciudad se desarrolló al calor de la jurisdicción feudal del Monasterio Benedictino de Conversano. Tras una serie de conflictos dinásticos que posiblemente acabaron por destruir el municipio, el feudo castellanese resurgió definitivamente en torno a 1171 tomando como punto neurálgico la Iglesia de San Magno (Iglesia principal de la localidad) y sus tierras aledañas que fueron concedidas a Nicola y Costa, representantes de un nutrido y generoso grupo de colonos de marcada estirpe griega llegados desde una de las zonas más meridionales de la actual región de la Apulia, Otranto.
Hacia 1266 el Monasterio de Conversano, recientemente deshabitado, y toda su jurisdicción eclesiástica y territorial, es otorgado por el Papa a un grupo de religiosas cistercienses, de posible origen francés, llegadas desde el Peloponeso como consecuencia del empuje conquistador del emperador bizantino Miguel VIII Paleólogo (1259-1282). Resulta realmente excepcional el hecho de que tal jurisdicción recayera en mujeres, por lo que tal circunstancia fue bautizada con el nombre de Monstrum Apuliae (el asombro de la Apulia) y se mantendría hasta 1810.
Si bien, la jurisdicción feudal pasó a manos laicas desde principios del siglo XIV y desde 1456 hasta la abolición del feudalismo, en 1806, todo el Condado de Conversano, al cual pertenecía Castellana, fue detentado por los Acquaviva d’Aragona, una de las más importantes Casas del Reino de Nápoles. Todo este periodo iniciado en aquel momento y hasta, prácticamente, los tiempos más recientes, se correspondió con una época de grandes transformaciones agrarias y una sostenida prosperidad económica para Castellana, que no cesó de crecer, llegando a ocupar sus habitantes territorios limítrofes menos explotados tales como Conversano, Monopoli y, especialmente, Polignano.
Buena prueba de este pasado medieval lo da el laberíntico trazado de su centro histórico, inequívoca reminiscencia de su carácter defensivo frente a las incesantes tentativas de invasión por parte, principalmente, de normandos. Sin embargo, supone una auténtica delicia a día de hoy perderse por sus blancas calles colmadas de una embriagante tranquilidad. A lo largo y ancho de toda la villa podemos hallar verdaderas joyas artísticas y arquitectónicas.

Muy cerca de allí, en esa misma plaza, nos encontramos con la pequeña Iglesia del Purgatorio. Construida también con piedra local a lo largo del siglo XVII, su estilo es una representación del Barroco en su máxima potencia. Comúnmente se dice que esta pequeña iglesia tiene el honor de ser la galería personal del anteriormente citado Vincenzo Fato y, sin lugar a dudas, el calificativo bien lo vale. El magnífico altar mayor, tallado en madera y recubierto en dorado, acapara buena parte de la atención del visitante. Dividido en dos piezas pictóricas separadas, en una de ellas, la mayor, se representa a la Madonna del Suffragio tratando de salvar a las almas del Purgatorio. Sobre ella, de menor tamaño, una recreación del misionero San Francesco Severo en estado agónico. Dicha creación la llevó a cabo a una edad muy avanzada, por lo que se ha considerado una suerte de testamento artístico de Fato.
Deambulando entre callejones nos topamos con una pequeña y entrañable plaza en el corazón de la villa que acoge el antiguo ayuntamiento local de fines del siglo XVI, recientemente restaurado, junto con la antigua casa del gobernador (Pallazzo De Consulibus). Tampoco hay que perder de vista el hecho de que algunas de las hileras de casas que conforman la periferia del Centro histórico son un remoto legado de la antigua muralla que rodeaba la ciudad, de la que sólo quedan determinados vestigios como algunas de las puertas de entrada al burgo (Porta della Gabella, Porta delle Olive, Porta del Caroseno, Porta Grande…) o la denominada Torre Nuova o “Castello”, un pequeño bastión circular que cerraba la muralla en su sección noreste.
Resulta interesante también la visita al Palacio Municipal o Ayuntamiento cuya sede ocupa un antiguo convento franciscano, posiblemente erigido en torno al siglo XV, y que cuenta con un precioso claustro del siglo XVI que, en la actualidad, hace las veces de pequeña sala de exposiciones local. Sucesivas remodelaciones le otorgaron la majestuosa apariencia actual, además de acondicionarlo para su función civil. Alberga en su interior también una importante colección pictórica del artista castellanese Sergio Nicolò de Bellis (1898-1946), famoso por la cálida evocación pugliese que emana la mayoría de su obra.
Junto al Ayuntamiento se alza la Iglesia de San Francisco de Asís, de un sobrio estilo barroco y construida en el siglo XVII en relación al convento franciscano que a día de hoy acoge al consistorio. El interior, otra joya del barroco local, es muy armónico. Sin lugar a dudas, lo más destacable de esta Iglesia son las decenas de esculturas y bajorrelieves llevados a cabo por Fray Luca Principino en piedra local que verdaderamente constituyen una auténtica “Biblia en Piedra”.

Otra fecha que, sin duda, hay que señalar en rojo en nuestro calendario es la celebración de “La Notte delle Fanove” (La Noche de las Hogueras) que tiene lugar la noche del once al doce de enero y en la que más de un centenar de fogatas, algunas de un tamaño realmente descomunal, arden en conmemoración a la protección que la patrona de la ciudad, La Virgen de la Vetrana, otorgó a sus conciudadanos frente a la amenaza que la peste causó en el curso del año 1691.


Finalmente, pero no por ello menos importante, debemos hacer una mención especial a la periferia de Castellana Grotte. No quedan lejos poblaciones tan asombrosas como Monopoli, Alberobello (Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) o Polignano a Mare (localidad natal del célebre Domenico Modugno). Aunque los alrededores de la villa de Castellana son igualmente envidiables. Creemos no exagerar cuando decimos que tal vez se trate de una de las experiencias más enriquecedoras de toda la visita. Resulta realmente embriagador perderse por uno de los numerosos y estrechos caminos que circunvalan Castellana y que brindan una panorámica inmejorable: paisajes de una utopía y calidez arrebatadores, protagonizados por hectáreas y hectáreas de robles, encinas, viñedos, olivos centenarios… que se entremezclan con infinitos muretes parcelarios de piedra seca y decenas de las más típicas construcciones regionales, trulli o trullos, para conformar, todos juntos, un merecido tributo a esta hospitalaria y acogedora tierra de la Puglia italiana.
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